miércoles, 18 de octubre de 2017

Las islas Cícladas

Dominando la escena central del Egeo, se distingue una constelación de islas a las que los griegos denominaron Cícladas por su disposición en círculo (kyklos). Hace cinco mil años, allí surgió la primera civilización occidental, denominada cicládica, casi dos mil años antes que la griega.
A seis horas del puerto de El Pireo y a tan solo 45 minutos de vuelo desde AtenasMikonos es un excelente inicio para un periplo que visite las seis joyas más preciadas de la veintena de islas habitadas que componen el archipiélago. Situada en el corazón de las Cícladas, Mikonos encarna la sencillez y el cosmopolitismo propio de una isla acostumbrada a la presencia de extranjeros en el curso de su historia. Su capital, Chora, es un laberinto de muros blancos en permanente contraste con el color de puertas y ventanas. El olor a buganvillas acompaña el paseo hasta llegar a las calles donde se concentran las tiendas de las mejores firmas y los cafés más sofisticados.
Si en cambio se guían los pasos hacia el barrio de Mikri Venetia, la Pequeña Venecia, se descubrirá un racimo de viviendas que asoman sus coloridos balcones al mar. Algunas alojan restaurantes –las populares tavernas– en la planta baja y permiten contemplar los molinos de viento mientras se degusta un bocado de kopanistí, un queso cremoso con pepinillo.
Los grandes atractivos de la isla son sin duda su amplio abanico de playas: al sur, de ambiente familiar como la de Psaroú, nudistas como Paradise y otras que despiertan a la fiesta justo al ponerse el sol; en la parte norte, la playa Kalafátis es ideal para practicar submarinismo y windsurf.
Después de cinco milenios, el barco sigue siendo el medio utilizado para desplazarse entre las islas. A 40 minutos en kaikia (barca-taxi) desde Mikonos se encuentra la pequeña isla de Delos, declarada Patrimonio de la Humanidad por albergar las ruinas del centro espiritual más importante de la antigua Grecia. Según la mitología, en Delos nacieron los dioses Artemis y Apolo, que acabarían identificándose con la luna y el sol.
Como si de una entrada al país del mito se tratara, la llegada a Naxos –a hora y media de Mykonos– queda enmarcada por la Portara, la puerta de mármol de un templo dedicado a Apolo que nunca se llegó a construir. Naxos es la mayor y más fértil de las Cícladas, y allí la arquitectura cicládica convive en seductora mezcolanza con kastros o castillos que evocan el antiguo dominio veneciano, y con blancas villas encaramadas sobre colinas. El folclore isleño se manifiesta en bailes como la danza circular syrto, que se realiza con trajes típicos, y también en los sabrosos quesos de oveja y de cabra, así como en los vinos y licores –como el popular kitron–, que rinden honor al vínculo de la isla con el dios del vino, Dionisio.

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